Una de esas noches, llegando al Tasso, sentada en la escalera, soñando con Alejandra, con Martín y Escolástica... lloraba, mientras el chico que le preguntaba la hora no creía ver lágrimas en su boca roja... Parque Lezama, ella debería de estar ahí para beberse sus pasos, dejar correr el mundo... pero sucede que a veces ella tiene cuatro o cinco años y el cuerpo le duele, las alas se pudren y de ellas salen brazos...
Porque hace tiempo, porque ahora, por el silencio...
El duende la mira, le dice suavemente ándate al bosque... ella obedece, camina a otro ritmo y se desvanece, se pierde ante la mirada atónita del mundo... se abraza a un árbol, cierra los ojos y siente el vacío que le da forma y no tiene miedo... hay que moverse, trasladarse por este camino de sueños, de esperanzas, de tristezas trasnochadas... quedándose quieta, respirando, sintiendo la savia del árbol, latiendo con él...
Porque se aleja, porque es lejana... como Alejandra... detiene el juego, se cuida, se proteje... porque el silencio es lo que más le duele, porque hay tiempo para todo, para todos... por eso se va, sin maletas, no hubo equipaje todavía, salvo unas letras, un brillo en los ojos, un sapito verde que jugaba, un pedazo de tela, unas tazas de té... hay más caminos en el camino... interexistiendo... hoy por favor, cuídame...
Foto por Florecita, Duende del Milonga, Buenos Aires, 2004.
El título es de un poema de alguien cuyo nombre no quiero acordarme.
4 comentarios:
Gracias por la visita a mi blog y por las buenas vibraciones que me mandas. Tu blog las tiene, así que te visitaré a menudo.
tienes el alma llena de duendes y de magos.
hola reina...como andas??? te leo...
un abrazo fuerte
precioso...
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