sábado, agosto 13, 2005

Chau Chau Mandrake...

De repente revisó los horarios, dentro de un rato partiría el tren, había tiempo de comprar algunos dulces para las comadres y comprar una revista para el largo viaje...así entre las vitrinas y los vendedores ver la imagen de Mandrake, algo asustado porque ya los super héroes eran tan virtuales como aterradores... Mandrake, una historieta pasada de moda, un recuerdo que podría colocarse en uno de los tantos libreros de pino verde de cualquier casa de la Zona, mientrans ella con una vergüenza tan inusual estiró su mano...yo la veía, la veía sin querer, no por curiosidad o chismoteo de pueblo lejano y seco, la veía porque su nombre siempre me había causado admiración: Miranda, la que mira, así en sus viajes de veraneo, hasta este lugar tan gastado y viejo, en el que la mayor civilización era el ordeñar las vacas y la misa dominical del padre Ruperto... Miranda, la más pequeña de la familia, la más ausente, la más distante...la veo toser y como sin querer tiembla... Mandrake, el lugar de sus amores y torturas, la acción de una vida que sólo fue una función, la imaginación vespertina luego del almuerzo y bajo el calor tropical... recuerda entonces uno de sus episodios favoritos, ése que el editor de la revista pidió no sacaran a la luz pública... la historia llena de sangre, sangre de verdad, roja y muy oscura, las latas de metal que sonaban mientras las gotas caían en ella, el charco de sangre , las huellas, el bisturí, el dolor, el tiempo y Mandrake fallando por primera vez en la historia de las historietas... así va Miranda, hojeando la revista, viendo desde otros ojos que no eran sus ojos de la niñez... Miranda, la mujer que mira, ya no con anteojos sino con el alma, la mueca de su rostro la ayuda a acercarse a ese dolor y poder sentirlo, ubicarlo en otros dolores ya añejos por culpa del tiempo y la resaca... leer la historia de cabo a rabo, ahí de pie mientras la plaza se llenaba de historias que también la acompañarían por unas horas rumiando en el tren...gente viva, gente muerta, los recuerdos, los deseos... Miranda y Mandrake por fin juntos... desde el otro lado de la sangre, desde un lado donde el perdón es posible y en silencio...la veo pagar con apuro porque ya es tiempo de partir, olvidando los dulces gracias a este encuentro... así Mandrake una última vez entre sus manos, ella posándose en su cuerpo, a su ritmo y con su entrega... arrugando despacito el papel, viéndolo convertirse en garabato, sintiendo como su alma se hinchaba, Mandrake entre sus manos, convertido en basura que luego sería con buena suerte reciclada... Chau chau Mandrake... y no volvió a mirar atrás, subiendo por el andén vi como las alas se escondían bajo su largo pelo...mientras yo me quedaba esperando nuevas historias en mi puesto de café.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

...que pena que el mundo este lleno de Mandrakes y que hayan Mirandas que a veces no puedan decir adios a tiempo....

Florecita dijo...

Para que el mundo sea mundo cada uno debe actuar de acuerdo a su rol, alguien muy sabio me dijo un día: Bush, Bin Laden, la Madre Teresa, el chinero de la esquina... tiene su rol en el mundo, estar abiertos a lo qué tenemos que aprender es el reto... el tiempo, relativo... lo importante es poder encontrarse en el momento adecuado, decir adiós, como Miranda... cuando era posible decir adiós...